¿Cómo mantener el gozo en días difíciles?


¡Qué difícil es mantener el gozo en los tiempos difíciles! En lo personal, he sido desafiada en las últimas semanas, y sinceramente he fallado. Admito que tuve días en los que cuestioné la voluntad perfecta de Dios, en otros no estuve tan cerca de Él, y recurrí a lo que más fácil me resulta cuando estoy desenfocada: entristecerme.

Con mi corazón turbado, decidí finalmente dirigirme a la mesa. Tenía la cara larga y un poco sucia por las lágrimas secas sobre mis mejillas. Allí, en la mesa, Jesús me esperaba con un café recién hecho.  Esa mesa había estado puesta durante varios días, pero mi asiento se llenó de polvo con mi ausencia. En vez de ir allí, dibujé lejos de aquel salón una mesa con un lápiz desgastado. Esta solo se sostenía por las circunstancias vividas en los últimos días, no podía poner mucho peso sobre ella. Se tambaleaba. Su base no era lo suficientemente fuerte, cada día dibujaba una forma distinta, puesto que con cada salida del sol, la realidad era otra.

Al llegar, me senté en el asiento reservado para mí. La silla más cómoda en la que alguna vez me senté, parecía que había sido hecha a mi medida. Estábamos cerca el uno del otro, así que pude percibir aquella mirada profunda y supe que tenía algo para decir. Y aquella oración comenzó con: "Hija mía, ¿cómo estás?" Él sabía que me pasaba, y supo cada uno de los pensamientos que pasaron por mi mente en los días anteriores. Conocía la mezcla de sentimientos que estaba experimentando, pero aun así me hizo aquella pregunta.  En este caso, Jesús no quería una respuesta vacía, una de esas que damos sin profundizar. Él buscaba conocer realmente lo que estaba sucediendo en medio de ese tumulto de emociones.  Saqué aquel lápiz, o lo que quedaba de él, y lo puse sobre la mesa dibujada. Le expliqué cómo había reemplazado su presencia y esos hermosos momentos por la 'solidez' que creía encontrar en ese dibujo de mesa, que con cada vez que me sentaba frente a ella, se desdibujaba.

Él me miró con compasión y tomó el diminuto lápiz con dos de sus dedos. Esas preciosas manos demostraban su historia de redención, a través de los huecos en sus palmas.  Su respuesta fue: 

"Mira lo pequeño que es este lápiz, ¿no has aprendido a lo largo de los años que tu Dios es más grande que un trozo de madera que envuelve un grafito? Tu corazón ha estado angustiado aún sabiendo que puedes estar gozosa y deleitarte estando a la mesa, aunque la tormenta siga estando allá afuera. Yo me glorifico en los tiempos difíciles, y si dejas que tu fe dependa de los “hechos”, colgará de un hilo.  Si permaneces en mi presencia, te seguiré mostrando el camino que debes seguir, y aunque parezca que no podrás soportar lo que estás viviendo, mira mis manos. Vencí al mundo por ti, hija, ¿qué otra muestra de mi fidelidad contigo necesitas para creer? Solo confía, y levántate y ve a buscar tu biblia y espérame mientras saco el pan recién hecho del horno, nos espera una hermosa tarde juntos."

¡Bastaron solo unos minutos para que mi corazón terco volviera a su eje! Al igual que un barco que encuentra su rumbo en medio de una tormenta, mi alma se ancló en su presencia. 

Como sus seguidores, aunque los días no estén "a nuestro favor", tenemos un sinfín de razones para regocijarnos. Empezando por la salvación, el regalo más grande que tenemos. Si aún respiramos, es porque Dios tiene un propósito para nuestras vidas y aún hay mucho por hacer. Es importante permitirnos sentir todas nuestras emociones, incluso la ira y la frustración, pero hacerlo en su presencia, en su mesa. No hay mejor lugar para encontrar consuelo, sanidad y renovación. Su Palabra nos asegura que en nuestra debilidad, Él nos fortalece. En medio de las batallas, Él se glorifica y utiliza nuestras pruebas para moldearnos y santificarnos. ¡Qué privilegio es ser hijos de Dios!


Te invito a escuchar estas canciones :)

Solo con una comunión constante con el Señor, podremos vivir su gozo. Ese gozo no es un sentimiento efímero, sino una fuente inagotable que brota del Espíritu Santo. De aquello de lo que nos alimentamos, determina la dirección de nuestro corazón: si elegimos la mesa de la duda y el temor, o la mesa de la fe y la esperanza. Al final del día, la elección es nuestra. ¿En que mesa te sentarás hoy?


“Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo.”

Juan 15:10-11


“Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho.”

Santiago 1:2 



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con amor,

Amy Mery